Perfumes en la Corte

domingo, 5 de agosto de 2012

Perfumes en la Corte

Al caer el imperio romano iniciaron las interminables guerras internas. Los bárbaros invadieron Europa y asi el mundo occidental, entró en una época oscura, llena de prejuicios e ignorancia. Todo se basaba en la religión y fué ésta la que veía los perfumes como algo peligroso y pecaminoso. El aroma de un perfume parecía, probablemente dotado con el poder de la seducción, de la frivolidad y del narcisismo. Pero este parón en el mundo de los perfumes fue sólo temporal ya que éste se había puesto en nuestro camino para quedarse hasta hoy.

Sin embargo los aromas siempre acompañaron al ser humano. Las fragancias de las flores, del mar, de la tierra... Historiadores dicen que el comienzo del primer aroma fue en el tiempo de la prehistoria, el día que el hombre primitivo encendió una hoguera para calentarse y por casualidad añadio algunas ramas y hierbas de arboles o arbustos y fueron éstas las que de repente comenzaron a desprender un olor agradable, un olor que nunca antes habían podido experimentar.

Pero a final de la edad media se produjo una especie de redescubrimiento de la cultura greco-romana y con ella volvió el mundo mágico de los perfumes. Fue entonces cuando dejaron de lado la higiene y prefirieron recurrir a los perfumes.
Las damas solían ponerse en las axilas y entre los muslos esponjas perfumadas. Como resulta evidente, la sarna estaba a la orden del día, tanto para la plebe como entre los ricos y famosos.
Uno de los asistentes de los reyes católicos escribió en una de sus cartas: “las hijas de la reina mejoran poco a poco de su sarna”.

Pero el peor de los casos ha sido Enrique IV de Francia que no solamente no se lavaba nunca, sino que además ni siquiera tenía por costumbre perfumarse. En su noche de bodas, su esposa estuvo a punto de desmayarse y cartas de sus amantes dejaron testimonios de las náuseas y vahídos que sufrieron al compartir su lecho.

Enrique IV de Francia

Pero la existencia del suministro de agua demuestra que la gente si se lavaba, desgraciadamente no es exacto con que frecuencia ni hasta que punto. Si solían bañarse en aguas aromatizadas y con especias.

Con el regreso del perfume solamente la clase alta podía permitirse el lujo de adquirir perfumes que fueron traídos desde Italia o Francia.

Las damas de la corte solían llevar bolitas perfumadas, que se denominaban "pomos". Estas tenían forma de globo metálico y dejaba salir los aromas a través de unos calados. Las llevaban colgados del cinturón, como colgantes alrededor del cuello o simplemente sostenidas entre los dedos y se los acercaban a la nariz para protegerse de los malos olores y también para prevenirse contra las enfermedades. Aparte del perfume que desprendían, también se usaban para adornar los preciosos trajes que llevaban. Eran unas bolas de orfebrería perforadas dentro de las cuales se introducía perfume, hierbas o especias para aromatizar.

Pomo medieval

Los pomos desprendían un olor agradable cada vez que caminaban. Eso se hacía necesario ya que las prendas hechas con tejidos extremadamente delicados que llevaban, no podían ser lavados para no estropearlos y al no ser por los pomos despenderían un olor indeseado.
Se sabe que los pomos eran ricamente decorados y hechos de oro o plata.
Se dice que Catalina de Aragón llevaba un pomo en 1530 que llevaba gravadas las inicales de "H y K".  La princesa Maria también tenía en su posesión largos cinturones de ofrebre que sujetaban un pomo perfumado al final y su hermana Isabel también solía portar un pomo perfumado con rosa de damasco, ámbar gris entre otros aromas.

Maria I de Inglaterra, llevando un pomo entre los dedos

Ámbar, almizcle y rosa eran fragancias muy populares. Los perfumes incluso estaban hechos con frutas y especias para potenciar su aroma como el naranjo y el clavo.

Al comienzo los perfumistas trabajaban por su cuenta pero fue en 1190 cuando Felipe II de Francia les concedió un claro reconocimiento a la profesión. Fijaba los lugares de venta y la profesión fue reconocida como tal, como también la utilidad social de estas sustancias. Iniciaron a crear escuelas, donde se formaron los primeros aprendices y oficiales de esta profesion. Trás cuatro años de estudio pasaron a ser maestros perfumistas que supervisaban los trabajos de prensado de pétalos, maceración de flores, mezclado de ingredientes y en convertirse en expertos en conseguir la fórmula del perfume desaeado. Francia se convertio en el reino del perfume.

El primer laboratorio para perfumes fue creado en Grasse (Francia), una ciudad situada cerca de la costa del Mediterráneo.
Fue en Grasse dónde produjeron unos guantes de cuero perfumados con fragancias como jazmín, ámbar, especias, almizcle y franchipan, con el fin de que la gente que las compraba, podía ponerse la mano ante la nariz al caminar por las calles mal olientes de las ciudades.
Todavía trás cuatro siglos, esta región sigue siendo la más famosa a nivel internacional en la producción de flores y aceites esenciales. Los olores especiales de Grasse como la lavanda, el mirto, el jazmín, la rosa, la flor de azahar salvaje hicieron ganar a Grasse el título de capital mundial del perfume. El jazmín ocupaba hace tan solo algunas décadas una mano de obra muy importante: Las flores debían ser recogidas a mano al amanecer, en el momento en que su perfume es el más desarollado, para ser tratadas inmediatamente por maceración.
Grasse (Francia)
A finales del siglo XIV fueron conocidos los primeros perfumes con base alcohólica y aceites esenciales, que conocían como aromas. El primer y mas famoso fue "El agua de la Reina de Hungría".
Durante el siglo XV, los doctores durante las plagas, visitaban a sus pacientes provistos de una nariz falsa parecida al pico del ave tucán, fabricadas de cuero o papel maché y a las cuales se impregnaba vinagres aromáticos en la punta.

En el siglo XVI cuando aparece una gran cantidad de nuevos perfumes eran principalmente de dos tipos: Las simples o las compuestas. Las primeras eran de una sola base principal: Agua de lavanda, agua de rosa, agua de azahar, etc. y la segunda cuando se mezclaban escencias de especias con flores y una base de ambar o almizcle.
Fueron utilizados con fines farmacéuticos y como odorisante del cuerpo, ya que durante el renacimiento a diferencia de la Edad Media la gente no tenía como costumbre bañarse, debido a que se consideraba que el agua era portadora de la peste que azotaba a la población. Los perfumes eran almacenados en frascos de vidrios o redomas. Las aguas de olor, perfumes liquidos muy valorados y dificiles de obtener, eran guardados en una especie de barriletes de cristal o de metales y piedras preciosas que eran atesorados por quienes disponian de suficientes recursos.
Frascos de perfumes medievales

En 1537 el conde de Oxford, se presentó ante la reina Isabel I con un par de guantes perfumados y fue entonces cuando nació la industria del perfume en Inglaterra a través de los curtidores. Isabel I cautivada por la fragancia, encomienda a estos a aprender como mezclar y destilar las aguas perfumadas. Pronto por el uso personal de la reina y sus sugerencias, tanto mujeres como hombres perfumaban sus cuerpos con diferentes tipos de fragancias desde el lavanda al almizcle.
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