Hoy hablaremos de un personaje de suma importancia, tanto para España como para Inglaterra. Un personaje tan querido y tan respetado por su pueblo como pocas veces se ha visto.
Aún hoy en día, aproximadamente 500 años después de su muerte, siguen redactandose incontables libros y rodandose peliculas sobre la vida desafortunada de la princesa española, que dejó su patria aún siendo muy joven, inciando una nueva vida en Inglaterra como reina consorte.
Pero aún siendo desafortunada, su pueblo inglés nunca la olvidará, recordandola cada año con una misa, realizada en honor a la reina consorte más amada por los ingleses: Catalina de Aragón
Catalina de Aragón
Catlina de Aragón nació el 16 de diciembre de 1485 en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares cerca de Madrid, siendo la hija más pequeña de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón.
Su nacimiento fue recibido con inmesa alegría. Sus padres, luego de la toma de Granada, se alojaron en el palacio árabe de Alcázar. En ese maravilloso lugar vivió la pequeña Catalina la mayor parte de su infancia.
La infantina era de baja estatura, tenia una piel de porcelana, con un cabello largo y abundante de color rubio rojizo, grandes ojos azules y una rostro redondeado.
Heredó su nombre en honor a su bisabuela inglesa, Catalina de Lancaster. Ésta fue hija de John of Gaunt y bisnieta de Eduardo III de Inglaterra. Por ese motivo Catalina de Aragón era prima de tercer grado del rey y futuro suegro Enrique VII y primera en cuarto grado de Isabel de York.
Además de hermosa era excepcionalmente culta. Su madre, Isabel I La Catolica, se había ocupado de que dominara el latín, algo muy importante, ya que era la lengua de la diplomacia internacional. También hablaba francés y el griego. Había leído a los autores clásicos y a los historiadores latinos y había estudiado derecho civil y canónico, heráldica, genealogía, música, baile y dibujo.
Isabel I De Castilla
Obtuvo una estricta educación religiosa y desarrolló a lo largo de los años una fé, que la acompañaría el resto de su vida.
Le enseñaron como realizar tareas domésticas como bordar y el labor de encaje.
El gran sabio Erasmus diría algunos años después de ella:
"Desde su infancia estudió con gran logro buena y maravillosa literatura".
Con pocos años fue considerada un excelente partido para el príncipe de Gales llamado Arturo, hijo mayor de Enrique VII.
El rey Enrique VII y entonces primero de la dinastía Tudor, quiso protegerse de los avances de Francia y asegurar su poder real.
Propuso a los Reyes Católicos una alianza de protección mutua contra el enemigo común, Francia. El acuerdo establecía a la quinta hija de los reyes castellanos, la pequeña Catalina (de tres años de edad) como posible prometida de Arturo (de solo dos años), heredero de la corona inglesa, conjuntamente con la posibilidad de celebrar nupcias cuando ambos tuvieran la edad adecuada.
El 19 de mayo de 1499 se casaron ambos, bajo apoderados e intercambiaron mutuamente cartas en latín hasta que Arturo cumplió los 15 años. Por aquel entonces una edad suficientemente mayor para casarse oficialmente.
Cuando Catalina viajó hasta Inglaterra para unirse con su esposo, trajo un grupo de sirvientes, procedentes de África. Se dice que fueron los primeros Africanos que llegaron a Londres y eran considerados como sirvientes lujuriosos. Ello causó una gran impresión al pueblo inglés, demostrándole el gran poder de la realeza española.
La pareja se vio por vez primera el 4 de noviembre de 1501 en Dogmersfield en Hampshire.
Arturo, Príncipe de Gales
Catalina vio a un joven elegante y de modales pausados, rubio, de tez blanca como la nieve, media cabeza más bajo que ella, de rostro aniñado, cuerpo poco formado y delgado, aparentando contar menos de los quince años que tenía.
La aceptación del príncipe fue inmediata, sentimiento también compartido por la joven Catalina, quién pareció también sentirse complacida con su esposo.
En este sentido, a través del embajador español, Arturo envío un mensaje a los Reyes Católicos expresando "que se convertiría en un esposo fiel y ameno, que nunca habia sentido mayor alegría en la vida cuando contempló el dulce rostro de su esposa" y añadio que "Ninguna mujer en el mundo podría resultarle más agradable".
A sus padres dijo que era inmensamente feliz, viendo a la bella princesa Catalina.
Desgraciadamente debido a que ambos estudiaron dos diferentes tipos de pronunciaciones del latín, no pudieron comunicarse verbalmente.
10 días más tarde, el 14 de noviembre contrajeron matrimonio en la catedral de Old St. Paul.
Inicialmente Catalina fue recibida con cierta sorpresa por el pueblo inglés. Su apariencia se asemejaba a la de una verdadera inglesa, posiblemente debido a su herencia física de su bisabuela inglesa, Catalina de Lancaster. Pero poco tiempo después fue aclamada con gran entusiasmo y despertaba cada vez más la admiración de los londinenses. Extraordinariamente bella y con una hermosa y grave voz de tonos bajos que confería un aire de dignidad y elegancia a sus palabras.
No era de extrañar, que Arturo estaba verdaderamente enamorado de su esposa española, ella simplemente reunía una serie de cualidades excepcionales.
Tomás Moro, el autor de la famosa "Utopía" quedó altamente impresionado al contemplar el rostro de aquella joven princesa española. "Ah, pero que dama! Creed en mi palabra, encantó el corazón de todos...posee todas las cualidades que constituyen la belleza de una jovencita encantadora. En todas partes recibe las mayores alabanzas..."
Incluso, más adelante, su enemigo Thomas Cromwell decía de ella:"Si no fuera por su sexo, pudiera desafiar a todos los héroes de la historia".
Una vez casados, mandaron a Arturo al castillo de Ludlow, que se encontraba en la frontera de Gales, con el fin de regentar sobre la consejería de Gales y las Marcas Galesas, tal y como era su deber como Príncipe de Gales. Y naturalmente Catalina le acompaño.
Desgraciadamente pocos meses después ambos cayeron enfermos, posiblemente por la enfermedad, llamada sudor inglés, que rondó aquella zona por aquel entonces.
Tristemente el 2 de abril de 1502 Arturo falleció repentinamente, mientras que Catalina pudo recuperarse de aquella enfermedad.
De pronto y tan solo pocos meses después de la boda, Catalina era viuda.
Buscando una solución para aquel terrible y repentino acontecimiento, planearon una nueva boda entre Catalina y Enrique, el hermano de Arturo, que era cinco años más joven que ella.
Pero aquello fue inicialmente aplazado, ya que Enrique aún era demasiado joven.
Enrique VII aún no le había devuelto la dote a la joven viuda y como el matrimonio entre Enrique y Catalina cada vez era más dudoso, el rey la retuvo casi como rehén en Durham House en Londres. Ahi prácticamente vivía como prisionera.
Quedó en triste soledad, dolorida ante la pérdida repentina de Arturo y sin la fortuna prometida ni la devolución de su dote.
La boda entre Enrique y Catalina dependía de la dispensa papal, ya que la ley canónica prohíbe al hombre casarse con la viuda de su hermano. Pero Catalina aclaró que su matrimonio con Arturo nunca fue consumado y según la ley canónica un matrimonio tan solo es válido hasta que es consumado.
Finalmente el Papa les concedió la dispensa y Enrique y Catalina contrajeron matrimonio siete años después de la muerte de Arturo, el 11 de junio de 1509.
Ella tenía 23 años y Enrique acababa de cumplir los 18.
El 23 de junio una princesa española recorría orgullosamente las calles de Londres hacía la Abadía de Westminster. Sentada en una litera llevada por hermosos alazanes, ataviada con un vestido de raso blanco bordado esperando ser coronada como reina consorte de Inglaterra.
Una multitud de admirantes la contemplaban con entusiasmo y alegría.
Como era tradición, la pareja pasaba la noche antes de la coronación en la Torre de Londres.
Ahora felizmente casada, la mala suerte seguía acompañándola sobre todo en sus múltiples embarazos durante el matrimonio con Enrique. Al año siguiente, el 31 de enero de 1510 dio a luz por vez primera a una niña prematura que ya nació muerta.
El 1 de enero de 1511 dio a luz a un niño, llamado Enrique, El Duque de Cornwall. Pero por desgracia sobrevivió tan solo 52 días.
En 1513 volvió a quedarse embarazada, pero volvió a perder a ese hijo que también nació muerto. Se quedó embarazada una vez más en 1514 de un nuevo niño, que también dieron el nombre en honor a su padre, Enrique, pero murió desafortunadamente pocos días después de nacer.
Pero siete años después de contraer matrimonio, el 18 de febrero de 1516 Catalina al fin dio a luz a una niña sana, llamada Maria, futura Maria I de Inglaterra.
Dos años más tarde en 1518 dio a luz por ultima vez a una niña muy débil, que desgraciadamente tan solo sobrevivió algunas horas.
Al pasar los años la dedicación religiosa de Catalina incrementó cada vez más, como también su interés en la ciencia. Expandió sus conocimientos notablemente, cuales transmitió a su hija Maria.
La educación para las mujeres era cada vez más importante y popular, siendo esto influencia de Catalina. Además donaba sumas importantes de dinero para varias escuelas.
Pero aún seguía existiendo el problema de la descendencia de un hijo varón. La Dinastía Tudor acababa de nacer y Enrique necesitaba un hijo heredero que podía seguir con la misma.
Después de estar obligada a aceptar año tras año, como compartía su esposo su lecho cada noche con una mujer diferente, incluyendo reconocer a un hijo bastardo que tuvo con Bessi Blount, finalmente fue testigo de como se iba enamorando cada vez más de su propia dama de honor Ana Bolena.
Enrique cada vez se sentía más atraído hacía la joven Ana, mientras ella inicialmente le rechazaba. Algo que aún aumentaba su interés hacía ella.
Enrique empezó a pensar que su matrimonio con Catalina fue maldecido por dios, ya que la biblia dice, que si un hombre se casa con la mujer de su hermano, este matrimonio nunca tendría descendencia.
Su mayor deseo era tener un heredero varón, y sintiéndose cada vez más decepcionado con su matrimonio y los abortos que tuvo que sufrir Catalina, se imaginaba cuantos hijos le podría dar la aún joven y bella Ana Bolena si se casarían.
En aquel momento tan solo le quedaba su hija Maria como posible heredera del trono. Pero en aquellos tiempos ver a una mujer en el trono, era algo que no se había visto antes.
El enamoramiento de Enrique llegó hasta tal punto, que quisó anular su matrimonio después de casi 20 veinte años.
Enrique pidió a Catalina de retirarse a un convento, pero ella nunca aceptó.
En vez de ello dijo:
" Dios nunca quiso que fuese monja. Yo soy la legítima y verdadera esposa del rey."
El rey solicitó la nulidad eclesiástica a la Iglesia Católica en 1527 con el pretexto de que su matrimonio era ilegítimo por haber sido Catalina su cuñada. En plena efervescencia protestante, la cuestión se convirtió en una viva polémica sobre la primacía papal, en la que participaron teólogos y hombres de letras.
El Papa Clemente VII no estaba dispuesto a concederle la anulación, lo que condujo a Enrique de separarse de la obediencia a la Iglesia Católica de Roma, haciéndose reconocer como jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana.
Enrique confió en el cardenal Thomas Wolsey, que tenía que ocuparse
de la anulación, pero todos sus desesperados intentos fallaron.
Enrique enfurecido expusló a Thomas Wolsey de la corte y de su cargo como Cardenal.
Fue entonces cuando Wolsey comenzó a mantener correspondencia con el Papa con el fin de desterrar a Ana, pero cuando Enrique se enteró de ello fue arrestado y si no hubiese sido por la repentina muerte en 1530, a causa de una enfermedad, hubiera sido ejecutado por haber cometido alta traición.
Con su resistencia demostró la fortaleza de su carácter. En este sentido, Catalina no cedió a ninguno de los medios a los que se recurrió para hacerla desistir: se la alejó del palacio real, haciéndola aposentar en lóbregas residencias; se la amenazó con un juicio y con una sentencia por traición. A todo opuso su firme convicción de que prefería la muerte a la deshonra.
En el frió invierno de 1531 Catalina fue expulsada de la corte y fue enviada al castillo "The More" mientras que sus antiguos aposentos fueron transmitidos a Ana.
Perdió su titulo como reina y fue llamada a partir de entonces como "Princesa Viuda de Gales", como viuda de Arturo, el príncipe de Gales. Pero se sabe que hasta el resto de su vida seguía llamándose como única y verdadera esposa del rey y única reina de Inglaterra y sus sirvientes como sus seguidores seguían llamándola como tal. Su hija también perdió su titulo como princesa y a partir de entonces tan solo fue llamada "Lady Maria".
Finalmente Enrique y Ana Bolena se casaron el 25 de enero de 1533. El arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer anuló el matrimonio del rey con Catalina sin el consentimiento del Papa.
En 1535 Catalina fue trasladada al Castillo de Kimbolton, dónde tan solo se limitó a habitar un aposento, que únicamente abandonaba para asistir a misa, vestida únicamente con un cilicio y ayunando continuamente.
A veces recibía visitas de sus seguidores, pero además no le estaba permitido ver a la persona que más quería: Su hija Maria.
El rey les ofreció la oportunidad de poder reunirse siempre y cuando reconociesen a Ana Bolena como reina, pero ambas, madre e hija, se negaron en rotundo. La comunicación entre María y Catalina fue imposible, ya que se les prohibió también enviarse cartas, aunque parece que los partidarios de ambas actuaban de emisarios entre ellas.
En diciembre de 1535, sabiendo que el día de su muerte estaba aproximándose redactó su ultima voluntad, escribiendo una carta a su sobrino, Carlos V, para que protegiera a su hija.
También escribió una última carta a Enrique.
Después de perdonarle y rogarle que cuidara de María, terminaba con unas palabras conmovedoras:
"Por mi parte, os lo perdono todo, y rezo a Dios para que os perdone también. Por lo demás os encomiendo a nuestra hija María, suplicándoos que seáis un buen padre para ella, como siempre he deseado.
Finalmente, hago este juramento: que mis ojos os desean por encima de todas las cosas. Adiós".
Firmandolo con Catalina la reina.
Frente a la tumba se puede leer la última carta que envió a su esposo, Enrique VIII. En la parte Norte de la sillería de Coro, tallada en 1893, hay una estatua de Catalina.
El 29 de Enero de 1986, con motivo del 450 aniversario del entierro, tuvieron lugar unas emotivas ceremonias conmemorativas. Los ciudadanos de Peterborough costearon una placa, para situarla junto a la tumba. En la placa dice: "Una reina amada por el pueblo inglés por su lealtad, piedad, coraje y compasión".
Un artículo escrito en homenaje a aquella princesa española que había sido y será siempre un ejemplo de reina, esposa y madre.
Esperemos que descanse en paz junto a su hija. Ahora ya nada las podrá separar.
Inicialmente Catalina fue recibida con cierta sorpresa por el pueblo inglés. Su apariencia se asemejaba a la de una verdadera inglesa, posiblemente debido a su herencia física de su bisabuela inglesa, Catalina de Lancaster. Pero poco tiempo después fue aclamada con gran entusiasmo y despertaba cada vez más la admiración de los londinenses. Extraordinariamente bella y con una hermosa y grave voz de tonos bajos que confería un aire de dignidad y elegancia a sus palabras.
No era de extrañar, que Arturo estaba verdaderamente enamorado de su esposa española, ella simplemente reunía una serie de cualidades excepcionales.
Tomás Moro, el autor de la famosa "Utopía" quedó altamente impresionado al contemplar el rostro de aquella joven princesa española. "Ah, pero que dama! Creed en mi palabra, encantó el corazón de todos...posee todas las cualidades que constituyen la belleza de una jovencita encantadora. En todas partes recibe las mayores alabanzas..."
Incluso, más adelante, su enemigo Thomas Cromwell decía de ella:"Si no fuera por su sexo, pudiera desafiar a todos los héroes de la historia".
Una vez casados, mandaron a Arturo al castillo de Ludlow, que se encontraba en la frontera de Gales, con el fin de regentar sobre la consejería de Gales y las Marcas Galesas, tal y como era su deber como Príncipe de Gales. Y naturalmente Catalina le acompaño.
Desgraciadamente pocos meses después ambos cayeron enfermos, posiblemente por la enfermedad, llamada sudor inglés, que rondó aquella zona por aquel entonces.
Castillo de Ludlow
Tristemente el 2 de abril de 1502 Arturo falleció repentinamente, mientras que Catalina pudo recuperarse de aquella enfermedad.
De pronto y tan solo pocos meses después de la boda, Catalina era viuda.
Buscando una solución para aquel terrible y repentino acontecimiento, planearon una nueva boda entre Catalina y Enrique, el hermano de Arturo, que era cinco años más joven que ella.
Pero aquello fue inicialmente aplazado, ya que Enrique aún era demasiado joven.
Enrique VII aún no le había devuelto la dote a la joven viuda y como el matrimonio entre Enrique y Catalina cada vez era más dudoso, el rey la retuvo casi como rehén en Durham House en Londres. Ahi prácticamente vivía como prisionera.
Quedó en triste soledad, dolorida ante la pérdida repentina de Arturo y sin la fortuna prometida ni la devolución de su dote.
Durham House, Londres
Finalmente el Papa les concedió la dispensa y Enrique y Catalina contrajeron matrimonio siete años después de la muerte de Arturo, el 11 de junio de 1509.
Ella tenía 23 años y Enrique acababa de cumplir los 18.
Enrique VIII
El 23 de junio una princesa española recorría orgullosamente las calles de Londres hacía la Abadía de Westminster. Sentada en una litera llevada por hermosos alazanes, ataviada con un vestido de raso blanco bordado esperando ser coronada como reina consorte de Inglaterra.
Una multitud de admirantes la contemplaban con entusiasmo y alegría.
Como era tradición, la pareja pasaba la noche antes de la coronación en la Torre de Londres.
Ahora felizmente casada, la mala suerte seguía acompañándola sobre todo en sus múltiples embarazos durante el matrimonio con Enrique. Al año siguiente, el 31 de enero de 1510 dio a luz por vez primera a una niña prematura que ya nació muerta.
El 1 de enero de 1511 dio a luz a un niño, llamado Enrique, El Duque de Cornwall. Pero por desgracia sobrevivió tan solo 52 días.
En 1513 volvió a quedarse embarazada, pero volvió a perder a ese hijo que también nació muerto. Se quedó embarazada una vez más en 1514 de un nuevo niño, que también dieron el nombre en honor a su padre, Enrique, pero murió desafortunadamente pocos días después de nacer.
Pero siete años después de contraer matrimonio, el 18 de febrero de 1516 Catalina al fin dio a luz a una niña sana, llamada Maria, futura Maria I de Inglaterra.
Dos años más tarde en 1518 dio a luz por ultima vez a una niña muy débil, que desgraciadamente tan solo sobrevivió algunas horas.
Al pasar los años la dedicación religiosa de Catalina incrementó cada vez más, como también su interés en la ciencia. Expandió sus conocimientos notablemente, cuales transmitió a su hija Maria.
Maria I de Inglaterra
La educación para las mujeres era cada vez más importante y popular, siendo esto influencia de Catalina. Además donaba sumas importantes de dinero para varias escuelas.
Pero aún seguía existiendo el problema de la descendencia de un hijo varón. La Dinastía Tudor acababa de nacer y Enrique necesitaba un hijo heredero que podía seguir con la misma.
Después de estar obligada a aceptar año tras año, como compartía su esposo su lecho cada noche con una mujer diferente, incluyendo reconocer a un hijo bastardo que tuvo con Bessi Blount, finalmente fue testigo de como se iba enamorando cada vez más de su propia dama de honor Ana Bolena.
Enrique cada vez se sentía más atraído hacía la joven Ana, mientras ella inicialmente le rechazaba. Algo que aún aumentaba su interés hacía ella.
Enrique empezó a pensar que su matrimonio con Catalina fue maldecido por dios, ya que la biblia dice, que si un hombre se casa con la mujer de su hermano, este matrimonio nunca tendría descendencia.
Su mayor deseo era tener un heredero varón, y sintiéndose cada vez más decepcionado con su matrimonio y los abortos que tuvo que sufrir Catalina, se imaginaba cuantos hijos le podría dar la aún joven y bella Ana Bolena si se casarían.
En aquel momento tan solo le quedaba su hija Maria como posible heredera del trono. Pero en aquellos tiempos ver a una mujer en el trono, era algo que no se había visto antes.
El enamoramiento de Enrique llegó hasta tal punto, que quisó anular su matrimonio después de casi 20 veinte años.
Enrique pidió a Catalina de retirarse a un convento, pero ella nunca aceptó.
En vez de ello dijo:
" Dios nunca quiso que fuese monja. Yo soy la legítima y verdadera esposa del rey."
El rey solicitó la nulidad eclesiástica a la Iglesia Católica en 1527 con el pretexto de que su matrimonio era ilegítimo por haber sido Catalina su cuñada. En plena efervescencia protestante, la cuestión se convirtió en una viva polémica sobre la primacía papal, en la que participaron teólogos y hombres de letras.
El Papa Clemente VII no estaba dispuesto a concederle la anulación, lo que condujo a Enrique de separarse de la obediencia a la Iglesia Católica de Roma, haciéndose reconocer como jefe supremo de la nueva Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana.
En la propia Iglesia de Inglaterra, sometida a las presiones
de Thomas Wolsey y Thomas Cromwell, se fueron creando dos bandos: los que sometían sus
principios a la voluntad del rey y los que preferían la obediencia a Dios y al
Papa antes que al capricho de Enrique VIII.
Poco a poco, empezaron a pagar algunos con su vida. El caso más resonante en toda Europa fue el del canciller Tomás Moro, que tuvo que morir por su religión y su reina.
Poco a poco, empezaron a pagar algunos con su vida. El caso más resonante en toda Europa fue el del canciller Tomás Moro, que tuvo que morir por su religión y su reina.
Tomás Moro
Los que también estaban al lado de la reina Catalina aparte de Tomás Moro fueron la propia hermana de Enrique, Maria Tudor, Maria de Salinas su amiga más íntima y leal, John Fisher, su sobrino Carlos V, el propio Papa y algunos reformistas como Martín Lutero y William Tyndale.
Enrique enfurecido expusló a Thomas Wolsey de la corte y de su cargo como Cardenal.
Fue entonces cuando Wolsey comenzó a mantener correspondencia con el Papa con el fin de desterrar a Ana, pero cuando Enrique se enteró de ello fue arrestado y si no hubiese sido por la repentina muerte en 1530, a causa de una enfermedad, hubiera sido ejecutado por haber cometido alta traición.
Thomas Wolsey
Con su resistencia demostró la fortaleza de su carácter. En este sentido, Catalina no cedió a ninguno de los medios a los que se recurrió para hacerla desistir: se la alejó del palacio real, haciéndola aposentar en lóbregas residencias; se la amenazó con un juicio y con una sentencia por traición. A todo opuso su firme convicción de que prefería la muerte a la deshonra.
Perdió su titulo como reina y fue llamada a partir de entonces como "Princesa Viuda de Gales", como viuda de Arturo, el príncipe de Gales. Pero se sabe que hasta el resto de su vida seguía llamándose como única y verdadera esposa del rey y única reina de Inglaterra y sus sirvientes como sus seguidores seguían llamándola como tal. Su hija también perdió su titulo como princesa y a partir de entonces tan solo fue llamada "Lady Maria".
Finalmente Enrique y Ana Bolena se casaron el 25 de enero de 1533. El arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer anuló el matrimonio del rey con Catalina sin el consentimiento del Papa.
En 1535 Catalina fue trasladada al Castillo de Kimbolton, dónde tan solo se limitó a habitar un aposento, que únicamente abandonaba para asistir a misa, vestida únicamente con un cilicio y ayunando continuamente.
A veces recibía visitas de sus seguidores, pero además no le estaba permitido ver a la persona que más quería: Su hija Maria.
El rey les ofreció la oportunidad de poder reunirse siempre y cuando reconociesen a Ana Bolena como reina, pero ambas, madre e hija, se negaron en rotundo. La comunicación entre María y Catalina fue imposible, ya que se les prohibió también enviarse cartas, aunque parece que los partidarios de ambas actuaban de emisarios entre ellas.
Castillo de Kimbolton
En diciembre de 1535, sabiendo que el día de su muerte estaba aproximándose redactó su ultima voluntad, escribiendo una carta a su sobrino, Carlos V, para que protegiera a su hija.
También escribió una última carta a Enrique.
Después de perdonarle y rogarle que cuidara de María, terminaba con unas palabras conmovedoras:
"Por mi parte, os lo perdono todo, y rezo a Dios para que os perdone también. Por lo demás os encomiendo a nuestra hija María, suplicándoos que seáis un buen padre para ella, como siempre he deseado.
Finalmente, hago este juramento: que mis ojos os desean por encima de todas las cosas. Adiós".
Firmandolo con Catalina la reina.
Tras años de sufrimientos, murió el 7 de enero de 1536 con 50 años en esas tierras que
le fueron tan inhóspitas, y en las que sería enterrada, pero dejando
constancia, hasta el momento final, de que ella era la única y verdadera reina
de Inglaterra, y su hija, por tanto, la real heredera.
Se comprobó que su corazón presentaba un aspecto extraño, oscurecido, lo que suscitó rumores de envenenamiento, pero hoy se sabe que padeció de cáncer de corazón, enfermedad entonces mal conocida.
Una vez obtenido su capricho, el amor de Enrique por
Ana Bolena se fue enfriando. Al fin y al cabo, ella tampoco fue capaz
de darle un heredero varón. Ana Bolena sólo la sobrevivió cuatro meses. Fue
decapitada en la Torre de Londres el 19 de mayo y enterrada a pocos
metros, en la capilla de San Pedro por orden del propio Enrique.
Ana Bolena
Aunque Catalina nunca renunció al título real, fue enterrada en la Catedral de Peterborough con un funeral propio de Princesa viuda en lugar del de una reina. Enrique no asistió a su entierro y prohibió a Maria de asistir. Las ciudades de Peterborough y Alcalá de Henares (su lugar de nacimiento) actualmente son ciudades hermanas.
Aunque Catalina nunca renunció al título real, fue enterrada en la Catedral de Peterborough con un funeral propio de Princesa viuda en lugar del de una reina. Enrique no asistió a su entierro y prohibió a Maria de asistir. Las ciudades de Peterborough y Alcalá de Henares (su lugar de nacimiento) actualmente son ciudades hermanas.
Todos los 29 de enero, aniversario de su entierro, tienen lugar unos actos conmemorativos en la Catedral de Peterborough.
Catedral de Peterborough
Su tumba se puede visitar aún hoy en día y rara vez no está decorada con flores, granadas, (emblema de Catalina) y velas. Frente a la tumba se puede leer la última carta que envió a su esposo, Enrique VIII. En la parte Norte de la sillería de Coro, tallada en 1893, hay una estatua de Catalina.
El 29 de Enero de 1986, con motivo del 450 aniversario del entierro, tuvieron lugar unas emotivas ceremonias conmemorativas. Los ciudadanos de Peterborough costearon una placa, para situarla junto a la tumba. En la placa dice: "Una reina amada por el pueblo inglés por su lealtad, piedad, coraje y compasión".
En su tumba está inscrito: Katharine, Queen of England.
Tumba de Catalina de Aragón en la Catedral de Peterborough
Un artículo escrito en homenaje a aquella princesa española que había sido y será siempre un ejemplo de reina, esposa y madre.
Esperemos que descanse en paz junto a su hija. Ahora ya nada las podrá separar.
6 comentarios:
He tenido que leerme Catalina de Aragón, el libro de Giles Tremlett para un trabajo en la universidad. Me encanta la figura la pose y dignidad que mantuvo durante el divorcio de Enrique VIII y su deseo de ser siempre Reina de Inglaterra. El artículo es genial, por cierto! Pásate por mi blog si tienes un rato :) -- http://carmenjimenezv.blogspot.com.es/
xxx
Para mi (y la mayoría creo) Catalina fue la mejor y más querida reina de Inglaterra, muchos así lo piensan hoy día inclusive en Inlaterra y apesar de ser extranjera (que no nos estiman mucho allá), la prefieren a su compatriota Ana Bolena.
Además era muchísimo más guapa, culta, más trasparente y de fiar
Todo bien pero hay un parrafo que dice : El acuerdo establecia a la quinta hija de los REYES CASTELLANOS... Castellanoss ??? y su padre FERNANDO DE ARAGON tambien era Castellano ??.Hubiese quedado mejor LOS REYES CATOLICOS ,pero como siempre el AFAN de Castilla tiene que salir por un sitio u otro. Si se llamaba CATALINA DE ARAGON por algo seria...
Catalina de Aragón, esposa cabal y fiel, que en paz descanses.
T.T Oh mi corazón que triste la historia de esta buena reina u.u
Me conmueve la historia de Catalina. A pesar de que Enrique VIII la amó profundamente, también le hizo mucho daño.
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