Cuando los Muros susurran y la Lluvia canta

lunes, 20 de octubre de 2014

Cuando los Muros susurran y la Lluvia canta

Erase una vez una niña, que desde temprana edad se sentía conectada de una forma inexplicable hacía los cuentos medievales, que solía captar en algún lugar u otro mientras observaba las mangas interminables de los vestidos de doncellas y damas de las películas arturianas. Se sentía aún más petrificada cuando por vez primera leyó sobre los torneos, dónde caballeros se enfrentaban sujetando una lanza y los caballos corrían como el viento, mientras los blasones flotaban con la brisa veraniega y los heraldos hacían sonar las trompetas,...



Unos quince años más tarde la niña, iba a ser testigo al fin, de una celebración de torneos.
Para ello tuvo que sentarse en un avión, cruzar el Océano Atlántico hasta llegar a la isla más grande de Europa, llamada Inglaterra.

Y si aún no os habéis dado cuenta, esa niña soy yo! :-)

Hasta hoy no tengo muy claro como llegué a ese pueblo remoto, a ese festival medieval, como llegué a presenciar como un señor inglés vestido del mismísimo Ricardo III iba a situarse justo en frente de mi y como dos lanzas iban a estallar contra la armadura resplandeciente del adversario delante de mis ojos.
Pero supongo que quizás tan solo me había dejado llevar por algo que hoy en día llamamos destino.
Para los menos románticos podría contestaros, que seguí sencillamente las instrucciones del google map!


Bosworth Batllefield, Warwickshire


Bosworth Batllefield, Warwickshire


Lugar conmemorativo de la batalla de Bosworth


Pero aún así, hasta llegar al mismo google map había sido un largo camino de casualidades y momentos afortunados, de seguir a mi corazón, cuando latía más veloz y de no mirar atrás cuando había que dar un paso hacía delante.

Y ahí estaba yo de nuevo sentada en un avión, pero esta vez con dirección hacía la más bella de todas las ciudades. York.
La felicidad emerge sola si te ves de pronto viviendo en un ático en la calle más histórica de la ciudad, si miras por tu ventana debajo del techo inclinado y te das cuenta, que la catedral más antigua del norte de Europa se encuentra a unos cincuenta metros de distancia y escuchando sus campanadas en ciertas horas de la noche. De hecho, te resulta casi imposible creer que esto de verdad te esté pasando a ti.





Pero así fue, así que aquella mañana de agosto me desperté en el antiguo York, y cuando abría la puerta de la entrada de mi casa, apunto de poner un pie en la vieja calle de The Shambles para pasar los próximos siete días en ese mágico lugar, me sentí como Alicia en el País de las Maravillas.
Adentrándome en la cuidad no sabía ni por dónde empezar,...
Iba primero a visitar la catedral o iba primero a Jorvik, centro de los vikingos, o quizás debería ir primero al museo de Richard III o mejor aún al pub más encantado de York?

 Richard III Museo en York

 Armadura de Richard III junto a su lema "Loyaulte me lie" - La Lealtad me define


 Jorvik Centre, York

Paseando por las calles, yendo de un lugar increíble a otro que lo era aún más, sentía una emoción continua, que hacía que mi corazón latiera las 24 horas más deprisa de lo normal. (Espero que mis viajes no me traigan problemas cardiovasculares en el futuro)
Tropezarte con la casa dónde había vivido el lejendario Guy Fawkes, visitando York Minster dónde el hijo de Ricardo III había sido nombrado Príncipe de Gales y paseando por las calles, dónde 1100 años atrás jugaban los vikingos al ajedrez y encontrándote con una calle transitada por los romanos, es algo que no podré describir ni con las palabras más bellas que existan en los diccionarios. Quizás sea algo que solo lo podrá entender Howard Carter en el momento de descubrir la tumba de Tutankamón.





Cuando llevas años leyendo sobre personajes históricos, sobre sus miedos, sus sueños y sobre su vida, de alguna manera que jamás podré explicar, empiezan a formar parte de la tuya, y te encuentras delante de todos esos lugares, testigos de aquellos acontecimientos, es cuando realmente te das cuenta que todo ello ha pasado muchos años atrás,... pero no tantos como para olvidarse. Eso nunca. Porque todos ellos han puesto su granito de arena en lo que hoy en día es York.
Aunque ya no quede rastro de ningún vikingo valiente, si quedan sus dados, sus brazaletes y sus broches debajo de las calles de York y pueden pasar muchos milenios más, pero todos esos objetos quedarán sellados bajo los suelos yorkinos, para que nunca olvidemos que fueron los Vikingos que vivieron en Inglaterra mucho tiempo atrás.

 Peines originales creados y usados por los vikingos excavados en York


Zapatos originales de piel creados y usados por los vikingos y excavados en York


Y aunque los romanos se hayan despedido de este mundo, aún queda la gran muralla que rodea toda la ciudad que construyeron cuando York aún se llamaba Ebaracum, y mientras no haya persona que sepa, dónde se encuentra enterrado el cuerpo de la Santa y Mártir Margaret Clitherow, si podremos visitar su casa, que por cierto se encontraba a diez metros de la mía.




Enamorarte de York es enamorarte de su historia y os aseguro que de eso hay mucha.
Con incontables leyendas, mitos, calles encantadas y pubs hechizados, no os debería extrañar, si os digo que York fue proclamada en el año 2002 por la Fundación internacional sobre la Investigación de Espíritus, la ciudad más encantada de toda Europa con un total de 504 apariciones registradas.
Por lo que si os digo que esa ciudad es mágica, no es solo en el sentido figurado. :-)

"The Golden Fleece", el pub más encantado de York




El caso es que quizás puedan pasar meses y años, pero nunca olvidaré las noches, cuando ya con las luces apagadas y tendida en mi cama miraba hacía mi ventana, encontrándose justo debajo del tejado, cuando caían las gotas de lluvia lentamente y veía las nubes pasar. Finalmente con el ruido de la lluvia y con las campanadas del York Minster concluía cada día hasta quedarme dormida.

Algunas mañanas comenzaron paseando hacía la estación de tren, cuando las panaderías y cafeterías comenzaron a abrir sus puertas, y los camiones del Marks & Spencer traían sus mercancías a los supermercados. Las calles reflejaban la lluvia que había caído la noche anterior, pero el olor al Té Earl Grey te acompañaba durante todo el camino.
Los gansos del Canadá, cruzándose en mi camino todas las mañanas. Cómodamente anadeaban por las calles de York, ignorando por completo la demora que causaban a todo el tráfico. En fila te encontrabas con ellos y lo único que faltó era que asintieran con su cabecita lanzándote un "Good Morning".




Llegando a la estación, a veces cogía trenes y guaguas durante horas hasta por fin llegar a castillos majestuosos situados en la misma orilla del mar.


 Bamburgh Castle, Northumbria

 Bamburgh Castle, Northumbria

También me veía en una locomotora de vapor yendo a un pueblo pesquero, dónde el mismísimo Bram Stoker se inspiro para redactar su famosa novela de "Drácula", dónde el navegante y explorador James Cook vivió y trabajó durante algunos años de su vida, y dónde paseando por las playas posiblemente te pudieras tropezar con un sinfín de fóssiles.



Whitby Abbey, North Yorkshire 


 Whitby Abbey, North Yorkshire



El punto culminante quizás lo encontré cuando me vi delante de las murallas encantadas del Castillo de Middleham en algún remoto lugar de North Yorkshire.

 Middleham Castle, North Yorkshire

Fue ahí, durante esa mañana fría e húmeda, en aquel pueblo inglés en medio de la nada, cuando pude sellar otro sueño cumplido.
Había visto fotos, documentales y pinturas sobre esas ruinas que hace mucho pertenecieron a la más grande de las fortalezas. Tiempo atrás un lugar repleto de vida, y de pronto lo que quedó de aquella estampa medieval, lo que sobrevivió al paso del tiempo, siguen siendo los muros ahora cubiertos de musgo y gotas de lluvia. Pero aún así, con la hiedra escalando las ruinas que cierta vez aguardaron al pequeño príncipe, Eduardo, aún con los pajaros durmiendo en sus nidos, dónde muchos años atrás se encontraba una chimenea, sigue desprendiendo aún la misma fuerza, valentía y magia que 500 años atrás.


Los muros pueden derrumbarse, pero nunca las sensaciones,.. todas ellas; el temor, el afecto, la alegría, la desesperacion y el amor quedan petrificados en cada uno de los ladrillos, en el suelo que los sostiene e incluso en el aire,.. y cuando eres capaz de sentir todos esos emociones, no son ruinas lo que ves, sino cada una de sus habitaciones, sientes el fuego que desprenden las incontables chimeneas, percatas el olor a pasteles, a especies, oyes los pasos fugaces de los sirvientes y quizás también el roce en el suelo de los trajes largos de las damas....




Deslizas tus dedos por los muros, tocas la hierba que ha crecido de ladrillo en ladrillo, observas lo que fue el horno de la cocina, intentando percatar algún olor olvidado a pan recién hecho y todo ello, para sentirte aún más cerca de todo lo que alguna vez había sido la casa de Richard III.





Aún se puede apreciar claramente lo que había sido la gran sala, dónde celebraban un sin fin de banquetes, navidades, bodas y nacimientos,...
Los gigantescos ventanales que demostraban y siguen demostrando el paisaje de ensueño de North Yorkshire. Una estampa que no solo habría dejado alucinado al mismísimo Ricardo III sino también a las decenas de generaciones, que vivieron mucho tiempo atrás en el castillo de Middleham.





La melancolía está incluida visitando lugares como estos,...
Sobre todo cuando aún se puede percatar claramente los pozos en las cocinas, dónde antiguamente metían peces tales como truchas y arenques, para cuando llegara el frío desolador, sencillamente tenían que sacar algunos y prepararlos para los banquetes invernales.


Las paredes, dónde siglos atrás se escondían las chimeneas, siguen estando teñidos de negro, a causa del humo que salía de ellos hace ya mucho.
Señales del pasado que ni el tiempo podrá borrar.
Cuando eres capaz de fijarte en cosas como esas, y permitas que influyan tu estado de ánimo, no será una visita entre muchos a algún lugar histórico, sino un viaje por el tiempo.
Mientras estés pagando tu entrada para ver las ruinas encantadas de un castillo, tienes además, una entrada gratis para viajar por el tiempo y ver a través de ellas, e imaginarte como hubiera sido pasear por aquellos jardines en los veranos del siglo 15.



Y por todo ello, cada vez que sujete alguna que otra entrada en mi mano, apunto de adentrarme hacía la era medieval, es como si sujetara un frasco con la etiqueta "Bébeme" y yo me llamara Alicia.

Mi historia de este verano ha hecho posible cumplir tantísimos sueños a la vez, que aún sigue habiendo una parte de mi, que sigue sin creérselo, otra parte se abarrota de agradecimiento, mientras otra esté deseando vivir nuevas aventuras llenas de torneos medievales, neblinas mañaneras y fortalezas costeras, porque al fin y al cabo ser feliz puede ser tan fácil.

El verano se ha desvanecido, pero he aprendido que no existen finales, solo principios,... y éste es uno.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has convencido, me compro un castillo en York…………

Anónimo dijo...

me has hecho llorar, que bellas palabras.

Sydney Klevesath Cabrera dijo...

Ahora me has hecho llorar tu! :-)
Un millón de gracias por ese comentario tan emotivo!
Es un honor muy grande tener lectores como tu!
XXX

Anónimo dijo...

¡Qué maravilloso viaje, y qué forma tan maravillosa de narrarlo!, de verdad, hiciste que me transportara a esa isla maravillosa y tan llena de Historia. Te felicito.

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